martes, 13 de junio de 2017

El secreto detrás del mejor villano del cine

Bela Lugosi se paseaba por su casa con su capa de vampiro y fue sepultado con ella.

En 1931, el actor de origen húngaro protagonizó el célebre film “Drácula”, convirtiéndose en uno de los actores más míticos de la historia del cine de terror. Vivió obsesionado con su personaje hasta sus últimos años de vida.

Décadas después, Heath Ledger se encerró seis semanas en un hotel, en completa soledad, con la intención de meterse en la piel de uno de los psicópatas más viles, crueles y sádicos del mundo del cómic: el siniestro The Joker. El motivo de ese aislamiento fue para preparar su participación en la cinta “Batman, the Dark Knight” (2008), interpretando al némesis de Batman. Ledger, tras cintas como “Secreto en la montaña” (2005), en la que si bien daba muestras de un gran talento, no figuraba como un actor que pudiera ser capaz de sobresalir con personajes atípicos.



Sin embargo, con The Joker sorprendió a propios y extraños con un papel dotado de oscuridad y una imagen en extremo macabra. Durante el rodaje llevaba un diario en el que daba muestras de la forma en que su personaje lo iba envolviendo de manera paulatina e insana. Al final, sintiéndose liberado de la piel y el maquillaje del villano, escribió en las últimas páginas “Bye, Bye” en una especie de presagio de la muerte que lo sorprendería el 22 de enero de 2008.

El maquillaje de la maldad


The Joker es el prototipo de la maldad pura: «la única forma sensata de vivir en este mundo es sin principios». La frase dicha por sus macabros labios pintados de rojo refleja su carencia total de humanidad y un único objetivo enfermizo: sembrar el caos. Su misma locura lo hace actuar de manera que lo que hace no persigue razón alguna más que la destrucción y el divertimento al crear el mal. En especial si este mal es capaz de dañar a Ciudad Gótica y con ello a su rival de toda la vida, el atormentado Batman.


La risa del enemigo perfecto


El enemigo perfecto no es el que se obsesiona con encontrar el modo de derrotar a su oponente, sino en haberlo descubierto y atormentar una y otra vez su vulnerabilidad. Sólo The Joker es capaz de penetrar la coraza del “Caballero de la Noche” porque sabe los puntos frágiles del héroe. Las fortalezas físicas y mentales de Batman son puestas a prueba por el villano y su carencia total de los valores que el mundo considera como primordiales. ¿Cómo dañar a alguien a quien no le importa ser dañado y cuyos códigos de comportamiento desafían la razón?

La locura de un pasado oscuro compartido


The Joker es un demente… al igual que Batman, aunque éste de una manera diferente. Se esconde bajo el abrigo de la justicia, del bien, de ser el salvador de Ciudad Gótica. Sin embargo, los dos viven atrapados en la oscuridad de su mente, intentando encontrar un rostro que les dé un lugar en el mundo. De ahí que The Joker se caracterice como un payaso, un ente casi sobrenatural, y Batman se disfrace de un ser temible, tan oscuro como lo que habita en su mente y alma. Ambos emergen de su propia locura para hacer el bien y el mal. Ningún otro antagonista les hubiera quedado tan bien a los dos.

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