Islandia es una tierra cautivadora con helados paisajes adornados con lagunas azules y poderosos volcanes, y en la antigüedad, antes de los avances tecnológicos que facilitan la vida, no era muy hospitalaria para los humanos. Ante la realidad de esta tierra inhóspita, los vikingos crearon unas ingeniosas casas de césped que serían la solución.
Las casas de césped vikingas que desafiaron el clima nórdico
Cuando los colonos nórdicos y británicos emigraron a Escandinavia en el siglo IX, el clima duro y los recursos limitados de la isla resultaron desafiantes. Sin embargo, los vikingos llevaron una solución: casas de césped, algo ya popular en Noruega.
Por más de un milenio estas viviendas con techos de pasto protegían a los islandeses de los vientos huracanados, las lluvias e incluso los terremotos.
Aunque hoy en día quedan muy pocos en los fiordos islandeses, luego de que fueran nominados por UNESCO en 2011, renació la apreciación por este estilo de construcción.
Hannes Lárusson, fundador de Islenski Baerinn (Turf House Museum) en el suroeste de Islandia, explicó que las casas de césped se encontraban en todas partes de Islandia y eran el método de construcción predominante durante generaciones.
La arquitectura del césped islandés tiene sus raíces en las técnicas de construcción que se remontan a la Edad del Hierro; de hecho, los romanos usaron “ladrillos de césped” para construir fortalezas y muros defensivos.
En toda Noruega, las Islas Feroe y partes de Escocia, las casas de césped también eran populares con la diferencia de que en esos países, los edificios de césped eran para las clases más bajas, mientras que, informa la UNESCO, en Islandia incluso los ricos residían en “castillos de césped”.
Una granja típica de césped islandés era en realidad un grupo de entre 2 y 30 edificios conectados por pasillos de barro.
Para apoyo y protección, la parte posterior de un edificio de este tipo se excavaba en la ladera, mientras que el frente sobresalía y tenía un techo puntiagudo y cubierto de musgo.
Hildigunnur Sverrisdóttir, arquitecto e investigador islandés, califica estas casas como “milagros”, puesto que el terreno en Islandia es como una “bestia enloquecida” que siempre tiembla con terremotos y erupciones.
Las robustas paredes estaban compuestas de piedra intercalada entre ladrillos de césped, mientras que un marco de madera se añadía para soporte adicional. En cuanto al calor, las habitaciones generalmente estaban situadas debajo de la línea de escarcha, aproximadamente a medio metro por debajo del nivel del suelo, donde la tierra no se congela.
A comienzos del siglo XX, Lárusson estima que Islandia tenía más de 100.000 estructuras de césped. Hoy en día, casi todos han sido demolidos por completo, debido a la ola de modernización que impulsó a Islandia de las estufas de carbón a la calefacción central en solo unas pocas décadas a principios del siglo XX.
¿Qué te parecen las casas de céped?
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