domingo, 17 de septiembre de 2017

Popper, Karl: La lógica de la investigación científica

La lógica de la investigación científica es un libro de 1959 escrito por el epistemólogo Karl Popper. En este libro, Popper argumenta que la investigación científica debería adoptar una metodología basada en la falsablidad, en vez de en la verificabilidad empírica (como sugerían otras corrientes epistemologícas de la época). 

En el post voy a aportar un breve resumen sobre lo que a mi juicio son algunos de los puntos mas importantes para acompañar una posible lectura del libro, así como un enlace para el descargar el mismo. Los puntos siguen el orden en el que aparecen en el texto, pero no siempre están relacionados entre si. Añado como una nota aparte que, a mi parecer, todo aspirante a científico, positivista o empirista radical de hoy en día debería al menos dar una ojeada a las páginas de este libro para conocer las limitaciones de su propia disciplina. 


En gran medida, los problemas abordados por Popper en el el libro se podrían resumir del siguiente modo: 

a) El problema de la Inducción: ¿ Cual es la justificación lógica que nos permite pasar de enunciados acerca de relaciones observables, finitas y accesibles de eventos a conclusiones generales no accesibles a la inspección? 

b) El problema de la demarcación: ¿Como encontrar un criterio adecuado que permita distinguir entre ciencias empíricas y sistemas metafísicos? 

c) El problema de la base empírica: ¿Cual es la justificación de los enunciados básicos o de observación? 


El problema de la inducción: 

Se suele llamar inductiva a aquellas inferencias que pasan de enunciados singulares a enunciados universales. Cualquier resultado que se obtenga de este modo corre siempre el riesgo de ser un día falsa, por más elevado sea el número de enunciados singulares. 
En función de esto, se denomina“problema de la inducción” a la cuestión acerca de si están justificadas las inferencias inductivas, o de bajo qué condiciones lo pueden estár. Puede formularse así mismo como la cuestión sobre cómo establecer la verdad de los enunciados universales basados en la experiencia.. 
En cuanto a las condiciones bajo las que están justificadas las inferencias, para los inductivistas la inducción sirve para decidir sobre la probabilidad. Popper rechaza esto ya que con recurrir a la probabilidad, se tendrá que justificar invocando un nuevo principio, y así sucesivamente. Es decir, que la lógica de la inferencia probable conduce a una regresión infinita. 
Popper afirma entonces que si se quiere encontrar justificación para las inferencias inductivas, se ha intentar encontrar entonces un “principio de inducción”, el que sería un enunciado con cuya ayuda pudiéramos presentar dichas inferencias de una forma lógicamente aceptable. Si existiera tal principio no existiría el problema de la inducción, ya que sería menester considerar todas las inferencias inductivas como transformaciones puramente lógicas. Por tanto, el principio de inducción tiene que ser sintético, uno cuya negación no sea contradictoria sino lógicamente posible. Surge la cuestión de si es posible aceptar tal principio y como justificarlo racionalmente. 
La teoría que desarrolla Popper se basa en la idea de que una hipótesis sólo puede contrastarse empíricamente, y únicamente después que ha sido formulada. Es necesario primero poner en claro la distinción entre psicología del conocimiento, que trata de hechos empíricos y la lógica del conocimiento que trata de relaciones lógicas. 

Contrastación deductiva de teorías: 

Popper propone que una vez presentada la teoría, la nueva idea (obviamente aun no justificada) debería contrastarse del siguiente modo: 

1) Se extraen de ella conclusiones por medio de deducciones lógicas, estas conclusiones se comparan entre sí; 
2) Se analiza la forma lógica de la teoría para determinar su carácter- empírica, tautológica 
3) Se la compara con otras teorías pertinentes, para descubrir si la teoría en cuestión constituye un adelanto científico; 
4) Por medio de las conclusiones que puedan deducirse se pasa a la contrastación por medio de la aplicación empírica, con lo que se pretende descubrir si se podrán y hasta qué punto satisfacer, las consecuencias de la teoría a los requerimientos de la práctica. En este caso el procedimiento es deductivo también, ya que lo que se pretende es formular “predicciones”. 

Si las conclusiones singulares resultan ser aceptables, o verificadas, la teoría ha pasado con éxito las contrastaciones por esta vez. Pero si la decisión es negativa, si las conclusiones han sido falsadas, y la teoría también es falsa. Durante el tiempo que una teoría resiste contrastaciones se puede decir que está “corroborada” por la experiencia. 

El problema de la demarcación: 

Popper rechaza la lógica inductiva basandose en la idea de que no proporciona un rasgo discriminador apropiado del carácter empírico de un sistema teórico; en otras palabras, no proporciona un “criterio de demarcación” apropiado (Entendemos como “problema de la demarcación” al que busca encontrar un criterio que permita distinguir entre ciencias empíricas y los sistemas “metafísicos”). Hume intentó resolverlo y con Kant se convirtió en uno de los problemas centrales de la teoría del conocimiento. 
Los epistemólogos con inclinaciones empiristas tienden a creer que la inducción es el único método apropiado de demarcación. Los antiguos positivistas admitían como científicos aquellos conceptos que derivaban de la experiencia, es decir, elementos reducibles a la experiencia sensorial. Los positivistas modernos ven a la ciencia no como un sistema de conceptos sino de enunciados. Admiten como científicos los enunciados reducibles a enunciados elementales de experiencia. 
Los positivistas en sus ansias por aniquilar la metafísica, aniquilan también la ciencia natural, ya que las leyes de esta no pueden reducirse a enunciados elementales de la experiencia. 
El criterio de demarcación de Popper se caracteriza por ser una propuesta de acuerdo o convención. 

La experiencia como método: 

Formular una definición de “ciencia empírica” no está exenta de dificultades. Se pretende que represente únicamente un mundo, el “real” o “mundo de nuestra experiencia”. 

Para esto el sistema empírico deberá satisfacer con tres requisitos: 
1) ser sintético (que pueda representar un mundo no contradictorio) 
2) satisfacer el criterio de demarcación (no será metafísico, sino que representará un mundo de experiencias posible) 
3) se debe distinguir de otros por ser el que represente nuestro mundo de experiencia (este último requisito se logra mediante el método deductivo, se le ha sometido a contraste y ha resistido la contrastación) 

La “experiencia” resulta ser un método distintivo por el cual un sistema teórico puede distinguirse de otros, con lo cual la ciencia empírica no sólo se caracteriza por su forma lógica sino también por su método de distinción. 

La falsabilidad como criterio de demarcación: 

Según Popper, solo debería ser posible admitir un sistema hipotético dentro de la comunidad científica cuando sea posible contrastarlo por la experiencia. El criterio de falsabilidad propuesto por el autor, promete servir a este proposito de una manera efectiva e inédita. Lo que caracteriza al método expuesto por Popper es que al exponer el sistema al contrastarse de la falsación, lo que se logra no es salvarle la vida a los sistemas insostenibles, sino elegir el más apto sometiendo a los demás a una suerte de "lucha por la superviviencia" de la teoría mas apta. 

Causalidad, explicación y deducción de predicciones: 

Dar una explicación causal de un acontecimiento quiere decir deducir un enunciado que lo describe a partir de las siguientes premisas deductivas: una o varias leyes universales y ciertos enunciados singulares- las condiciones iniciales- . 
Existen dos enunciados, pero ambos son ingredientes de una explicación causal completa: 


1) Enunciados universales, hipótesis que tienen el carácter de leyes naturales 

2) enunciados singulares, que se aplican al acontecimiento concreto de que se trate, llamado “condiciones iniciales”. 

Las “condiciones iniciales” describen lo que se suele llamar la “causa” del acontecimiento en cuestión. Y la predicción describe lo que se llama el “efecto”. 
Popper no adopta ni rechaza un “principio de causalidad” (consiste en al afirmación de que todo acontecimiento puede explicarse casualmente, que puede deducirse casualmente) 
Ha de proponer una regla metodológica que se corresponde tan exactamente con el principio de causalidad que éste podría considerarse la versión “metafísica” de la primera. La regla es que no se abandonará la búsqueda de leyes universales y de un sistema teórico coherente, ni se cesará en los intentos de explicar casualmente todo tipo de acontecimientos que se puedan describir. 

Universalidades; estricta y numérica: 

Se pueden distinguir dos tipos de enunciados sintéticos universales: los “estrictamente universales” y los “numéricamente universales”. Los primeros son las teorías o leyes de la naturaleza. Los segundos son equivalentes a ciertos enunciados singulares o a una conjunción de éstos. 
No es posible solventar por medio de un razonamiento la cuestión de si las leyes de la ciencia son universales en sentido estricto o en sentido numérico: es una de aquellas cuestiones que pueden sólo resolverse por un acuerdo o convención. Las leyes naturales como enunciados singulares y estrictamente universales, lo cual equivale a considerarlos como enunciados no verificables. Por el contrario, Popper llama enunciados singulares a aquellos que refieren solamente a ciertas regiones finitas del espacio y el tiempo. 

Conceptos universales y conceptos individuales: 

La distinción ente enunciados universales y enunciados singulares se encuentra en estrecha relación con la existente entre conceptos o nombres universales e individuales. Los primeros pueden definirse sin ayuda de nombres propios, los segundos están caracterizados por ser nombres propios o haber sido definidos por medio de ellos. 
Los nombres individuales que aparecen en los enunciados singulares de la ciencia se encuentran a menudo bajo la forma de coordenadas espacio-temporales. 




El problema de la base empírica: 

Ahora bien, para que la falsabilidad pueda aplicarse de algún modo como criterio de demarcación deben tenerse a mano enunciados singulares que puedan servir como premisas en las inferencias falsadoras, son la enunciación de un hecho singular. 
Se han de distinguir, por una parte, las experiencias subjetivas o sentimientos de convicción que no pueden jamás justificar un enunciado alguno, de las relaciones lógicas objetivas existentes entre los diversos sistemas de enunciados científicos y en el interior de cada uno de ellos. 
Se considra entonces que "el problema de la base empirica" corresponde a la teoría del conocimiento, como las experiencias perceptivas y enunciados básicos. 

Según Popper hay tres formas de aceptar un enunciado básico: 

1) Aceptándolo sin justificación (Dogmatismo) 
2) Aceptándolo en base a otros enunciados (Regresión infinita) 
3) Aceptándolo justificándolo por la experiencia empírica (Psicologismo) 

Para Popper rechazada las tres formas ya que afirma ya que no es posible proponer un enunciado científico basándonos en nuestra experiencia inmediata, es decir, los enunciados universales no pueden ser inferidos de enunciados básicos justificados por alguna de estas 3 formas, aunque en ultima instancia, admite que las tres son tan inocuas como ineludibles. 
Es por esto que siempre que una teoría se somete a contraste (Sea corroborada o refutada) el proceso tiene que detenerse en algún enunciado básico que decidamos aceptar. Si no llegamos a una decisión, y no aceptamos un enunciado básico, la contrastación no tiene sentido. Si se llega a un procedimiento en el cual uno de los enunciados su aceptación o rechazo es probable, los investigadores deberán ponerse de acuerdo. 

Sobre el psicologisismo como base empírica: 

Pocos pensadores se han preocupado tan profundamente por el problema de la base experimental como Fries: éste decía que si es que no queremos aceptar dogmáticamente los enunciados de la ciencia, debemos ser capaces de justificarlos; si exigimos que la justificación se realice por una argumentación razonada, en el sentido lógico de la expresión, vamos a parar a la tesis de que los enunciados sólo pueden justificarse por medio de enunciados; por lo tanto, la petición de que todos los enunciados estén justificados lógicamente nos lleva forzosamente a una regresión infinita. Ahora bien, si queremos evitar tanto el dogmatismo como la regresión infinita, parece que sólo podemos recurrir al psicologismo, esto es, a la doctrina de que los enunciados no solamente pueden justificarse por medio de enunciados, sino también por la experiencia perceptiva. Es decir, en la experiencia sensorial tenemos un “conocimiento inmediato” con el cual podemos justificar nuestro “conocimiento mediato”. 
La ciencia no es más que un intento de clasificar y describir este conocimiento perceptivo, estas experiencias inmediatas de cuya verdad no podemos dudar: es la presentación sistemática de nuestras convicciones inmediatas. 
En opinión de Popper dicha doctrina se va a pique con los problemas de la inducción y de los universales. Los universales no pueden ser reducidos a clases de experiencias, no pueden ser constituidos. 

La objetividad de la base empírica: 

Popper se propone distinguir entre ciencia objetiva y nuestro conocimiento. En su opinión, la epistemología ha de preguntarse por ¿cómo contrastamos los enunciados científicos por medio de sus consecuencias deductivas? Y ¿qué tipo de consecuencias podemos escoger para este propósito si es que, a su vez, tienen que ser contrastables intersubjetivamente? 
Con respecto a los enunciados empíricos de la ciencia, todo el mundo cree que están fundamentados en experiencias del tipo de las percepciones. Todos considerarían como un caso de psicologismo el intento de basar los enunciados lógicos en cláusulas protocolarias, mas en lo que se refiere a enunciados empíricos un idéntico tipo de pretensión se llama hoy “fisicismo”. 
Existe sólo un camino para asegurarse de la validez de una cadena de razonamientos lógicos, y es el de ponerla en la forma más fácil de contrastar: la descomponemos en muchos pasos pequeños y sucesivos, cada uno de los cuales fácilmente comprobables. En el caso de las ciencias empíricas la situación es más o menos la misma, cualquier enunciado científico empírico puede ser presentado de modo que quienquiera esté impuesto en la teoría pertinente pueda contrastarlo. 
Una afirmación que no sea contrastable, debido a su forma lógica, sólo puede actuar en la ciencia como estímulo: sugiriendo un problema. 

Los enunciados básicos: 

A los enunciados básicos los necesitamos para decidir si a una teoría ha de llamársele falsable, esto es, empírica, así como para corroborar las hipótesis falsadoras y, por lo tanto, para falsar teorías. 
Los enunciados básicos tienen que satisfacer las siguientes condiciones: 

a) no se podrá deducir enunciado básico alguno a partir de un enunciado universal no acompañado de condiciones iniciales 
b) un enunciado universal y un enunciado básico han de poder contradecirse mutuamente. La condición b puede satisfacerse únicamente si es posible deducir la negación de un enunciado básico de una teoría a la que éste contradiga, y a partir de esta contradicción y de la a se sigue que todo enunciado básico debe tener una forma lógica tal que su negación no pueda ser, a su vez, un enunciado básico. 

Podemos llamar “enunciado existencial singular” a todo enunciado de la forma “hay tal y cual cosa en la región k” o “tal y cual evento acontece en la región k”, y podríamos llamar “enunciado inexistencial singular” a todo enunciado que se obtenga de negar uno de los anteriores. 
Entonces, los enunciados básicos tienen la forma de enunciados existenciales singulares. Dichos enunciados satisfarán la condición a, ya que no es posible deducir un enunciado existencial singular de uno estrictamente universal, esto es, de un enunciado inexistencial estricto; también ha de satisfacer la condición b, teniendo en cuenta que a partir de todo enunciado existencial singular, se puede deducir otro puramente existencial sin más que omitir la referencia a una región espacio-temporal individual, y que todo enunciado puramente existencial es muy capaz de contradecir a una teoría. 
Por otro lado, la conjunción de dos enunciados básicos que no se contradigan mutuamente es a su vez, un enunciado básico. Si se tiene una teoría t y las condiciones iniciales r, tales que una y otra se deduzca de la predicción p, entonces un enunciado del tipo “r y no p” será un falsador de la teoría, y por lo tanto, un enunciado básico. 

Estos son los requisitos formales de los enunciados, pero además todo enunciado básico tiene que cumplir con un requisito material, a saber, que el evento ha de ser “observable”, es decir, se requiere que los enunciados básicos sean contrastables intersubjetivamente por observación. Puesto que estos enunciados son singulares, esta condición sólo puede referirse a observadores convenientemente situados en el espacio y tiempo. 
Parece que al exigir la observabilidad se ha filtrado en el psicologismo en la teoría de Popper. Cabe interpretar el concepto de “evento observable” en sentido psicologista, pero Popper lo esta empleando en un sentido tal que se le podría reemplazar perfectamente por “un evento que concierne la posición y el movimiento de cuerpos físicos macroscópicos”. El término “observable” o “evento observable” debería introducirse como término no definido que adquiere suficiente precisión en su uso. 
Los enunciados son, en el modo material de hablar, enunciados que afirman que un evento observable acontece en una región individual del espacio y el tiempo. 

La relatividad de los enunciados básicos; Solución al trilema de Fries: 

Siempre que se someta a una teoría a contraste el proceso tiene que detenerse en algún enunciado básico que decidamos aceptar. Todo enunciado básico puede ser sometido a contraste utilizando como piedra de toque cualquiera de los enunciados básicos que puedan deducirse de él valiéndose de una teoría, sea la que se está contrastando u cualquier otra. 
Después de que la ciencia ha llevado a cabo su tarea de deducción o de explicación nos detenemos al llegar a enunciados básicos fácilmente contrastables. Pero los enunciados acerca de experiencias contrastables, o cláusulas protocolarias, no son de éste tipo y por ello, son poco apropiados para servir de enunciados en los cuales pararnos. 
Hay que reconocer que los enunciados básicos en los que nos detenemos tienen el carácter de dogmas, pero únicamente en la medida en que desistamos de justificarlos por medio de otros argumentos. Este tipo de dogmatismo es innocuo ya que podemos contrastar fácilmente dichos enunciados. Esta suerte de cadena deductiva es, en principio, infinita, sin embargo también es innocua, ya que en nuestra teoría no se pretende probar ningún enunciado por medio de ella. En lo que respecta al psicologismo, la decisión de aceptar un enunciado básico y darse por satisfecho con él tiene una conexión causal con nuestras experiencias, especialmente con nuestras experiencias perceptivas. Aun así, no se trata de justificar los enunciados básicos por medio de ellas, las experiencias pueden motivar una decisión y en consecuencia, la adopción o rechazo de un enunciado, pero ningún enunciado básico puede quedar justificado por ella. 

Teoría y experimento: 

Como ya se dijo antes, los enunciados básicos se aceptan como un resultado de una decisión o acuerdo, y desde este punto son convenciones. Se llega a las decisiones por un proceder gobernado por reglas y entre éstas tiene un papel importante la que nos dice que no debemos aceptar enunciados básicos esporádicos, enunciados que no estén en conexión lógica con otros enunciados. Por el contrario, se han de admitir enunciados básicos en el curso de la contrastación de teorías: cuando suscitamos cuestiones esclarecedoras acerca de éstas, cuestiones que tienen que contestarse gracias a la admisión de enunciados de aquel tipo. 
Se llega a un acuerdo sobre la aceptación o rechazo de enunciados básicos con ocasión de aplicar una teoría, el acuerdo forma parte de la aplicación que consiste en someter a contraste la teoría. 
Las conexiones existentes entre las diversas experiencias son explicables a base de las teorías a contrastar, y deductibles de ellas. 
Ahora bien, estas consideraciones importan mucho para la teoría epistemológica del experimento. El científico teórico propone ciertas cuestiones determinadas al experimentador, quién con sus experimentos, trata de dar una respuesta. La teoría campea en el trabajo experimental, desde que se establecen los planes iniciales hasta que se dan los últimos toques en el laboratorio. 
Esto es perfectamente observable cuando el teórico alcanza a predecir ciertos efectos observables que se llegan a producir experimentalmente más tarde. 
Cómo se acepta una teoría con respecto a otra, no se debe a una justificación experimental de los enunciados que la componen, sino la que por selección natural se muestra más apta para sobrevivir, y ésta será la que haya resistido las contrastaciones más exigentes y que sea contrastable del modo más riguroso. 
Desde un punto de vista lógico, el contraste de una teoría depende de ciertos enunciados básicos, que a su vez, se aceptan o rechazan en virtud de decisiones. Entonces, son las decisiones las que determinan el destino de las teorías. La elección viene determinada por la utilidad. 
Lo que caracteriza al método científico es que la convención o decisión no determina inmediatamente que se acepten enunciados universales, sino que actúa en nuestra aceptación de los enunciados singulares. Lo que, en última instancia, decide la suerte que ha de correr una teoría es el resultado de una contrastación, es decir, un acuerdo acerca de enunciados básicos. Popper entiende que la elección de una teoría es el resultado de un acto que ha de llevarse a cabo, por un simple asunto práctico. Esta decisión se encuentra bajo la influencia decisiva de la aplicación de dicha teoría y de la aceptación de los enunciados básicos relacionados con tal aplicación.

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